Odette Roy Fombrun, Renombrar la Isla: Quisqueya y no Hispaniola

El nombre de « Quisqueya » honra a la cultura Taína y el nombre de « Hispaniola » nos recuerda el genocidio indígena

Nacida en Puerto Príncipe, Haití en junio 13 del 1917, Odette Roy Fombrum es graduada en educación en la Escuela Normal de Institutrices en Haití. Es fundadora de la primera escuela pre-primaria en Haití. Es también la autora de numerosos trabajos en educación, historia y asuntos civiles así como también de novelas y cuentos de niños. Sus trabajos históricos incluyen Ayiti de los Indios (L’Ayiti des Indiens, Puerto Príncipe: Deschamps, 1992) y La Bandera y las Armas de la República (Le Drapeau et les Armes de la République, Puerto Príncipe: Deschamps, 1989). Inspirada por las costumbres campesinas de los coumbite (konbite), propone « Konbitismo » como la base que unifica el contrato social. La señora Fombrun ha sido Ciudadana del Mundo desde el 1981. Para mas información vea: </fombrun>


Por Odette Roy Fombrun

Septiembre 2000

 

La República de Haití y la República Dominicana comparten una isla Caribeña, una de las cuatro islas de las Antillas Mayores que los Taínos, antes de la llegada de Cristóbal Colón, llamaban Haití, Bohío o Quisqueya – que significa tierra alta o montañosa. La isla fue bautizada La Isla Española (Hispaniola) por los colonizadores españoles. Los colonizadores franceses mas tarde la bautizaron con el nombre deSaint-Domingue. Cuando la parte occidental de la isla proclamo su independencia el primero de enero del 1804, esta parte de la isla Saint-Domingue retomo el nombre indígena de Haití (Ayiti). Desde ese día, toda la isla se conoció en todo el mundo como la Isla de Haití.

En 1930, para evitar confusión entre el nombre de la República de Haití y el nombre la isla, la Junta de Geografía de los Estados Unidos (U.S.G.B./United States Geographic Board) decidió, de manera unilateral, nombrar la isla con el nombre de Hispaniola en homenaje a los colonizadores españoles, y así borrando toda huella de los indígenas que habitaron la isla previo a la llegada de Cristóbal Colón. Desafortunadamente, las autoridades haitianas y dominicanas no protestaron ante la decisión de la U.S.G.B. con decisión y perseverancia, ni tampoco movilizaron fuerzas en contra del asesinato del pasado indígena de la isla. Es importante rectificar este serio error tan pronto como sea posible: Los mártires taínos merecen inmortalidad.

Tal fue la opinión del historiador Edmond Mangones en el 1934. En una conferencia en Montevideo, este historiador protesto vehementemente en contra de la arbitraria decisión de la U.S.G.B. que ignoro completamente las verdades históricas de la isla (Ver el Bulletin de la Société d’Histoire et de Géographie d’Haïti, vol 5, No. 15, Juillet 1934; ver también Odette Roy Fombrun, L’Ayiti des Indiens, 1992: 138, 139).

En el tiempo cuando el Caribe se mueve hacia la unificación, cuando Europa habla de apoyar solo aquellos proyectos que toman en consideración ambas partes de la isla, y en el tiempo cuando se planean actividades bilaterales en la industria de turismo para tomar ventajas de la cultura indígena, es importante adoptar para nuestra isla un nombre que recuerde el pasado de resistencia a la opresión, un pasado compartido por la República de Haití y la República Dominicana. Estas dos repúblicas no pueden renunciar a sus valientes antepasados como lo son Caonabo, Hatuey y Cotubanama, tampoco pueden olvidar las abominables masacres de la Vega Real y de Jaragua, el asesinato de la reina Anacaona, ni el triunfo del cacique Enrique, como Marie-Hélène Laraque ha demostrado en su trabajo al cual dedico toda su vida y el que estudio la herencia cultural de los indígenas americanos. La investigación de Laraque señala que el primer acuerdo firmado entre los indígenas y los europeos fue el Tratado del Cacique Enrique(Le Traité du Cacique Henri) en el siglo XVI. España tuvo que enviar un embajador para negociar con el cacique. El emperador Carlos V envío a Barrio Nuevo como su delegado para firmar el acuerdo con Enrique. Así que el primer tratado firmado en las Américas fue realizado en esta isla en el siglo XVI y fue el Tratado del Cacique Enrique (Le Traité du Cacique Henri). Este tratado reconoce el derecho a libertad del Cacique Enrique y sus acompañantes.

En reconocimiento a esta importante historia en común, yo llamo a:

  • Líderes e historiadores dominicanos y haitianos
  • Todos aquellos que creen en la importancia de la herencia cultural taína
  • Otros países caribeños
  • Organizaciones de indígenas nativos y otros pueblos nativos alrededor del mundo
  • Las Naciones Unidas

Es tiempo de luchar en contra de este nombre que constituye una seria injusticia en contra de estos pueblos martirizados y una violación a los derechos de los pueblos haitianos y dominicanos a disfrutar de su historia común. El objetivo de este llamado es para que la U.S.G.B. le devuelva a esta isla de las Indias Occidentales un nombre que evoca las riquezas de la herencia indígena. Proponemos las adopción de:

LA ISLA DE QUISQUEYA

El nombre de « Quisqueya » honra a la cultura Taína y el nombre de « Hispaniola » nos recuerda el genocidio indígena.


« Renombrar la Isla: Quisqueya y no Hispaniola » fue traducido por Milagros Ricourt del ensayo original de Odette Roy Fombrun, « Renommons l’île: Quisqueya, non pas Hispaniola » (diciembre 2000).

© 2000 Odette Roy Fombrun ; © 2003 Odette Roy Fombrun y Île en île por la traducción.


Retour:

/odette-roy-fombrun-renombrar-la-isla-quisqueya-y-no-hispaniola/

mis en ligne : 11 janvier 2001 ; mis à jour : 29 octobre 2020